Un extraño y agotador año 2022 acabó, año que comenzó con mi familia enferma con COVID, con mi hijo cursando su primer año de escolarización formal y con muchos cambios en mi vida personal, en los que probablemente los confinamientos tuvieron mucho que decir. Al finalizar el año, Chile había rechazado la nueva constitución, se me había acabado la beca y prevalecía un estado de ánimo más bien pesimista y de desgano. Sin embargo, pese a todo lo anterior, el análisis de los datos recopilados en mi investigación estaba ya en fase de finalización y tuve la sensación de que quizás, una buena forma de completar este proceso y cambiar las tonalidades grises en mi vida, era realizar una estancia doctoral, experiencia que nunca había vivido.
De esta forma, nació el interés por realizar una pasan a en América Latina, idealmente en algún lugar donde tuviesen presencia activismos feministas contra el femicidio, considerando que mi investigación es sobre el femicidio como problema público en Chile. En este contexto y en una conversación con el Coordinador del Doctorado en Sociología de la época, él me incentivó a estar pendiente de la convocatoria que pronto saldría y hablamos de posibles lugares: México, Argentina, Perú u otros, pero yo muy apegada y temerosa de alejarme de mi hijo, no tomaba la decisión.
Cuando empezó a circular la convocatoria, estaba dubitativa, pedí consejos a otras madres que se habían alejado de sus hij-s para realizar estancias en otros lugares y entablé contacto con la Dra. Ana Natalucci.
A Ana la conocí en el congreso LASA el año 2018, en aquel momento conversamos sobre una investigación que ella realizaba sobre NiUnaMenos Argentina y sobre un texto de problemas públicos del que ella es autora. Ana es investigadora en temas de movilización social, trabajo, sindicatos, economía popular, género y además es directora del Observatorio de Protesta Social (CITRA/UMET). Al retomar el contacto, Ana me incentivó a postular a la pasan a en el CITRA y a realizar actividades en el marco del OPS. Con su carta de invitación a realizar la estancia, finalmente postulé. La adjudicación fue sorpresiva, comenzaba mi año 2023 realizando un viaje a Buenos Aires y separándome por primera vez tanto tiempo de mi hijo, sin embargo, emprendía una tremenda experiencia en términos de aprendizaje, tanto en el sentido académico como personal.
Con su carta de invitación a realizar la estancia, finalmente postulé. La adjudicación fue sorpresiva, comenzaba mi año 2023 realizando un viaje a Buenos Aires y separándome por primera vez tanto tiempo de mi hijo, sin embargo, emprendía una tremenda experiencia en términos de aprendizaje, tanto en el sentido académico como personal. Comenzó febrero y tomé el avión a Buenos Aires, entre la búsqueda de lugares de residencia, Leonora, compañera del doctorado, me comentó de una académica que me podría arrendar una
pieza durante la estancia y con ella concretamos. De esa manera conocí a Laura Zapata. Laura es Dra. en Antropología social y está transitando hace algunos años en un viaje epistémico al que con mucha candidez me invitó. Las conversaciones con Laura, sin quererlo, fueron parte trascendental de mi estancia. En nuestra convivencia, nos dedicamos a problema zar la investigación y nuestra posición como investigadoras, ella desde su ascendencia e identidad mapuche y yo desde mi experiencia en el activismo feminista contra las violencias.
Discutir teórica, experiencial, epistémica y metodológicamente, cómo todo esto se transforma en una constante tensión en la academia, así como las estrategias para enfrentarlo, fueron diálogos que, acompañados de un mate, se transformaron casi en el día a día de mi estancia, durante un caluroso febrero en Buenos Aires, el más caluroso de los últimos 60 años.
La estancia doctoral, de esta forma, fue nutrida con lecturas y conversaciones que influyeron indudablemente en el proceso de revisión final de mi inves gación doctoral, en el que estoy actualmente. Hablando con Laura hoy, coincidimos en que los diálogos y las lecturas cruzadas, realizadas y pendientes, nos dejaron a ambas inquietudes que nos siguen acompañando. Por otra parte, tal como había planificado, cuando llegué a Argen na fui a conocer las instalaciones del Centro de Innovación de los trabajadores (CITRA) y a encontrarme con Ana Natalucci. Ana me citó a un almuerzo con algunas integrantes del observatorio de protesta social y coordinamos las actividades que realizaríamos durante mi estancia. Además de tener reuniones de retroalimentación sobre mi tesis, planificamos dos conversatorios, el primero relacionado directamente con el tema de mi investigación doctoral que se denominó “La movilización social contra los femicidios. Diálogos entre las colectivas en Chile y Argentina”. En este participaron integrantes de NiUnaMenos-Chile, NiUnaMenos Argentina y la agrupación argentina de familiares víctimas de femicidio “Atravesados por el femicidio”. Mi participación en esta instancia fue en calidad de moderadora, junto a Florencia Messore, también estudiante doctoral.
El segundo, en el que participé como expositora, se denominó: “Experiencias trasandinas de activismos feministas”. En esta actividad realicé una revisión sobre los activismos feministas contra la violencia hacia las mujeres y el femicidio en las últimas décadas, repasando los últimos años marcados por el mayo feminista, el “estallido social”, la pandemia y el proceso constituyente/instituyente. Esta conversación fue sumamente interesante y productiva, primero porque realizamos en conjunto un análisis de la región en cuanto a los activismos feministas y segundo, porque se sentaron ciertas bases para un proyecto conjunto.
Parte importante de lo que fue conversado en el último conversatorio, así como de las personas que estuvieron presente, hoy formamos parte de un equipo que postuló a financiamiento para un proyecto de investigación comparada entre Chile y Argentina, y, nos encontramos esperando resultados.
A modo de síntesis, la estancia realizada en Buenos Aires fue sin duda una gran experiencia en términos intelectuales y también personales. Como mujer, madre e investigadora, fue un desafío separarme de mi hijo, no obstante, significó un crecimiento tanto para mí como para él. Sumado a lo anterior, recibir retroalimentación teórica, metodológica y epistémica, abrir mis reflexiones en torno al trabajo de tesis, a otras estudiantes doctorales, a otras ac vistas y otras académicas, fue sin duda, muy enriquecedor.